domingo, 2 de octubre de 2011

El olor de la infancia.

"Mi madre me enseñó a guiarme en el undo a través del olfato y de las pequeñas cosas. Ella siepre salía de casa con un pequeño frasco de violetas en el bolso, que sacaba en cualquier momento para limpiarme las manos, la cara, la nariz y dejarme respladeciente. Cuando a los siete años desperté en el hosoutal pequeño después de una operación, tenía un frasquito de violetas en la habitación. A partir de entonces fui capaz de distinguir los lápices de is compañeras por su olor, que solíua ser muy semejante cuando eran hermanas o vivían bajo el mismo techo. Laura y Tamar olían a pedo, Almu a jabón , Chucho a tierra, Celia a agua fría, Pitillos a hierro, y el niño gitano, que venía a la escuela cuando sus padres acampaban con la carreta entre los álamos, olía a humo.
Al crecer perdí mi privilegiado sentido del olfarto, y esa capacidad por clasificar el mundo a través de mi nariz desapareció. De pronto, las ciudades tenían olores parejos, la gente tenía perfumes que me saturaban o que me resultaban insípidos; nada destacaba sobre nada y mi cuerpo transitaba por una vida con los sobresaltos justos, sin arrebatos y sin una dirección clara". Pg. 15-16 de Viajes que despertaron mis 5 sentidos.
El jueves pasado presentamos el libro en Burgos. Hubo gente que se emocionó, desconocidas que habían leído, mujeres que se sintieron reflejadas y hombres que dijeron vibrar. Para mi fue el final de un p0roceso que ha durado un año, y el principio de todo lo demás.

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